sábado, 24 de octubre de 2009

Apología de la lavadora

Yo espero que empiece la lavadora. Yo, no sé si en vano, espero que esta luz roja encendida dé lugar a una especie de movimiento interno, el Dios de las máquinas sabrá cuál, que se transforme en ruido. La plasmación de lo incesante. La representación torbellino: primero, lento, luego más rápido, y así hasta llegar al Gran Torbellino sin principio ni final, verdaderamente incesante, que podría arrastrar consigo a cualquier pensamiento insuficientemente arraigado, costroso, inútil. La lavadora mental.

En esta situación de distanciamiento de todo lo mundano y metafísico, la lavadora en un plano neutro, exceptuada de todo, se dispone a efectuar las últimas acciones puras. Las precisas, vitales. Las que sólo salen del propio entendimiento, de la cabina del piloto. (No es un piloto automático). Snoopy arriba en su casita levantando el vuelo (la lavadora convertida en casita volante o, lo que es lo mismo, la casita volante convertida en lavadora: lavadora y casita, juntas, en asociación, sobrevolando el espacio, en su particular percepción temporal. La temporización lavadora, interna, subjetiva -Kant-lavadora-, en su amplio despegue. Así, sobrevolando campos y ciudades, la lavadora-casita se eleva por encima de lo humano y lo divino -creación humana-, gestionando sus propios movimientos sin interferencias, sin walkie-talkie, sin pantallas.

El momento chill.

l l i b e r t a t

La llibertat com un disc de vinil que no sona

ningú li ha dit que soni, però té so


l a l l i b e r t a t


la perillositat


sonora?


so o no so, lliure o no lliure

els extrems es toquen

miércoles, 21 de octubre de 2009

remembering "À bout de souffle" memorias de Jean-Paul Belmondo, un detective perdido

Jean-Paul Belmondo coje su chaqueta y sus cigarrillos y cierra la puerta, cuidadosamente pero con prisa, baja las escaleras, dos pisos, hasta el rellano, abre la puerta y en la avenida pide un taxi. Se va corriendo, no tiene dinero, deambula por el lado del Sena mientras se fuma uno de sus últimos cigarrillos, mira a la caja, aún le quedan tres, va mirando las fileras de coches, a lado y lado de la carretera que cerca el río y los edificios monumentales, neoclásicos, burgueses, con algún elemento barroco, y de repente lo ve, corre ágilmente hasta el volante, mira a su alrededor y sube, arranca, despega hacia el infinito. Va por una carretera principal de las afueras de la ciudad. Empieza a recordar la noche anterior. La chica rubia de pelo corto repartiendo diarios. Tiene dolor de cabeza, pero no tiene ninguna pastilla, y porqué tomarlas, si tampoco tiene dinero, se le han acabado los cigarrillos y se pregunta si en ese bar de la carretera. Para y se toma un café. En la barra del bar hay una chica. Sólo una chica. En el fondo hay una mujer con sus dos hijos. La chica lleva un impermeable verde oscuro y está tomándose un café solo mirando hacia el exterior. Él está a unos tres metros. Se pregunta si debería decirle algo. Pero no lo hace. La chica rubia de la noche anterior. Antes de salir coje un diario y se lo pone debajo de la gabardina.

Llanto por la ausencia de unos ojos azules o El ramo azul 2

A veces te veo en los ojos de esa muñeca antigua que conservaré siempre intacta en su belleza Eterna. Eterno plástico anterior a las masas, plástico primigéneo, plástico "a priori", puro, divino, sin par. Ya no se fabrican muñecas así. Mi muñeca de ojos azules como los tuyos tiene una guitarra eléctrica sin cable, lleva un vestido a rayas azules, amarillas y verdes años cincuenta, a juego con unos zapatos azules y —cómo no— con tus ojos que miran permanentemente de reojo. No puedo cojerle la mano a la muñeca, como tampoco pueden sus ojos —nunca lo harán— mirarme de frente. Así que pruebo con las palabras. Pero tampoco las siente. Cuando me encuentro a tu perro no sé si acaricio a tu perro o a la idea de él. Lo veo venir ¡Ah! ¡Es tu perro! Y corro hacia él, y él se acerca a mí, me relame todas las manos, y hasta a veces los pies. Otras, sólo me reconoce con tristeza o timidez, y se retira rápidamente en su rincón, ya no quiere jugar conmigo. Tu perro y sus tacas negras. Me gusta el negro intenso. Es algo parecido a la pureza. No a la pureza del blanco y sus manchas semi invisibles, sino a la de lo concentrado, como tu pensamiento cuando esperas el autobús, o te quedas absorta en el exterior de una ventana. El negro sí, ese no se me escapa.

lunes, 19 de octubre de 2009

[]

"You're face to face with the man who sold the world"
David Bowie


la rutina nos vuelve gilipollas
algún estúpido mecanismo del reloj
para las agujas
giratorias
del interior de la caja teatral

nuestra

ex

función

en estados pretendidamente -llamados- funcionales

colocamos la mejilla en carne viva
contra el bloque de hormigón
leyendo a Kant

el papel y la palabra
nos vuelven gilipollas en un cúbiculo cuadrado y gris
fuera en el patio lloran mariachis con ropa de colores

martes, 13 de octubre de 2009

To feel or not to feel

This is the question. To feel or not to feel. This is the question. To know if nosotros somos luciérnagas abiertas por la mitad, con las tripas al aire, con las sombras de nuestra luz interior al aire, sin separación entre luz/oscuridad, todo sombra y luz entremezclado y palpitante. Una luz no pura, nunca pura, siempre temblando, mediando por salir a flote, por estallar sin estallar del todo, por ser. To feel or not to feel. This is the question. Estar o no estar abiertos al mundo. Éste es el quid. Saber si tenemos que sufrir o permanecer sentados. Saber si tenemos que gritar o callar y asentir con la cabeza las órdenes de nuestros superiores. Si tenemos que estar siempre en esta silla o podemos saltar al tejado o a la cloaca de la calle (una silla que no se va a romper). To feel. To feel or not to feel.

domingo, 11 de octubre de 2009

una segunda primavera

Coje tus manos

¿porqué no tener una segunda primavera? me dices
miras después tus líneas de las manos en forma de M
determinada disposición de los elementos
las calles, la gente
tu
en las esquinas
las recorres buscando en los rostros un poema

es casi otoño (lo intenta, aún hace calor)
y tu te paras en medio de la calle y me dices
con la chaqueta puesta
¿porqué no tener una segunda primavera?

Me cojes las manos y con ellas recorres tu cuerpo
me buscas en las manos ajenas

pero
al pisar el charco has mirado por un segundo
tu piel
y todo te ha parecido como el negativo de algo ya vivido,
como el reverso del día,
como un paseo por el pasado,
pero no te has visto
con veinte-y-un años;
has girado la cara hacia mí y me has dicho:
no noto si hace frío o calor.

miércoles, 7 de octubre de 2009

desencuentros

y otra vez la página en blanco y la cabeza llena de cucarachas como ropa entre las figuras
que se entrechocan en el underground:
bemoles de la fugacidad

niños que se saben
carnosos
resacosos
perversos

abiertos
en el vacío funcional de una aula que no se sabe

niños con la cabeza en blanco y los dientes ensangrentados de rechistar

domingo, 4 de octubre de 2009

Instants de mar

El buit, entre parèntesis


Dues papereres, dues onades

viernes, 2 de octubre de 2009

Tecnocràcia al cadalso

Hora de dinar. La pantalla nova. Un nou element aparentment inofensiu, que pot passar desapercebut. Empasso un tros del plat de llenties. Gola avall. Les lletres de la pantalla. Empasso les lletres de... ai, perdó, era al tupper, a on dirigia la vista. La vista. La mirada no, la vista. La vista com la finestra per on se suposa que veig la realitat. Pantalles estúpides que es burlen de la nostra ment perduda, on restem subjectes com als rajos de sol de les dotze del migdia. Més pantalles al metro. Absurdes informacions, programes buits de sentit, alertes desmesurades sobre la grip A, aborts de poesia. Agafo aquests conatos de realitat. Què volen dir? No ho sé. Dino i veig la pantalla. Les lletres que hi surten. Suposo que toca dinar mirant -veient- els paios de davant, el menjar, les taules del bar, la pantalla també -nova convidada-, i marxar. Pujar al metro i baixar. Passar pàgina. Però no entenc perquè. No em diuen res, però m'incomoden, les pantalles. Pantalles solitàries.

Hi ha un grill tancat a l'ascensor. Ascensor para el cadalso. Un grill atrapat a l'ascensor. Un grill que crida insistentment nit i dia per emetre que encara està viu. Que malgrat el 22@ funcional, gris i despersonalitzat, d'arquitectura horrorosa, buida, esgarrifosa, una sentència dita per un alè glaçant a cau d'orella, encara hi ha un element verd que respira. (els grills respiren).