No paraba de repetirseme esto en mi mente: ¿Por qué escribes? Para que todo tenga sentido. Pero ¿Por qué? ¿Tiene sentido lo que escribes? Mmm... Sí. No. No sé. El sentido de ponerlo todo en orden, en un sentido. Pues mira... este personaje que quiere usar el bisturí para diseccionar realidades... Pues, verás, no es muy... ordenado, que digamos. Pues. ¿Por qué? ¿Por qué?
Vamos a trazar un mapa. Un mapa para situar todos los personajes con sus historias e interelaciones en un esquema. Nos será útil.
Pedro se levanta y destruye el escenario. El suelo lleno de manchas empieza a ponerse borroso. Se mueve despacio, casi imperceptiblemente. Pero se mueve. ¿Qué sentido tiene tal disposición de las manchas insalvables, incalcanzables? La vida como las manchas. Un caleidoscopio inútil. Pero, vamos, Pedro, sienta cabeza... Pedro no paraba de expirar aire. Intentaba concentrarse, tarea imposible, los papeles, todo, com sus pensamientos, demasiado abotargados. No quería nada ahora. Pero algo lo retenía en esa silla de su despacho de la calle Diputación.
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