sábado, 15 de agosto de 2009

Viaje


Es tan difícil aparecer como desaparecer. Ser. Te cojo por un hilo que se adelgaza a cada contacto. Desaparecer es muy difícil. Somos el polvo que levantamos a cada paso. Somos también lo que piensa cada persona de nosotros -sujetados por un leve hilo-. Somos en estas fracciones. En restos de hilo.

Quizás cuando viajamos nuestras partes, nuestras fracciones en las que somos atomizados, se hacen más distantes porque nos falta cada pensamiento ajeno, cada polvo levantado -que dejamos rapidamente atrás para seguir levantando más y más polvo-. Es difícil aparecer y desparecer (ambas acciones implicadas en el acto de ser) cuando estás lejos de tí.

Hay tantas cosas que, simplemente, no importan...


Cuando viajo me siento un poco como si estuviera a bordo de una nave espacial, en medio del espacio interestelar. No sé si la claridad con la que veo el cielo nocturno estrellado con su Via Láctea y sus cometas y -más cercanos a la Tierra- aviones influyen en esta sensación de ingravidez momentánea, o es quizás el vino blanco, rosado o el vodka, o quizás la barrera impermeable del idioma extranjero, pero vivo dentro de una especie de burbuja que puede explotar, deshacerse o simplemente desaparecer al cojer el avión de vuelta a casa.

Lo primero que cambia cuando llegas al nuevo destino es el mapa conceptual de tu ser (yo, id, movimiento gástrico, llámalo como quieras). La marea de primeras impresiones y sensaciones empieza a bajar con sólo tumbarte en la cama. Y qué. Qué hay de en este momento. Sólo unos pies cansados. El mapa conceptual de tu yo se reformula (o se formula por primera vez, todo depende de cuantas veces hayamos viajado o caído en la cuenta de nuestro propio yo) y podemos observar detalles: gente y edificios autóctonos, un reloj que te indica la hora en la que estás, un espejo que te devuelve la mirada, recuerdos que se ven prontamente sumergidos en una agua turbia. Todo esto está muy lejos y muy cerca a la vez, lejos de ti por desconocido, y cercano por proximidad física. A su vez, los recuerdos de personas queridas están lo suficientemente lejos como para hacerte sentir desorientado, incierto, perdido. Tu yo es ahora -si es que había sido algo alguna vez- el conjunto de estos elementos que no acaban de encajar, como en un collage o una obra cubista. Estos elementos irán cambiando a lo largo del viaje, a medida que vas conociendo e interiorizando la esencia que conforman todos juntitos. Tu esencia también llegará a ser en algun momento del viaje, pero será solamente una esencia en apariencia, una máscara. La burbuja desaparecerá tarde o temprano, o se integrará en el cosmos extrańo de la nueva galaxia.

Intentas mandar mensajes al más allá con el móvil pero no sirven de casi nada. Tampoco los mails. Te vas adentrando en la composición atomizada de tu ser. Te vas encontrando.

Piensas en Encuentros en la tercera fase, de Stanley Kubrick, cuando te encuentras unos trozos de metal dejados sospechosamente en un descampado. Piezas que no acaban de encajar. Como tu.

1 comentario:

Miguel Ángel Maya dijo...

...Bueno, viajar es un poco ir dejándose ir, soltar amarras, y cuando se viaja cada vez importan menos cosas, cada vez se va liberando más peso de la mochila...
...Creo que fue Walter Benjamin quien dijo que uno no viaja para encontrarse sino para perderse...
...Un abrazo y una dulce tela de araña...