martes, 24 de agosto de 2010

La desaparición de las hormigas

Recuperó en aquél momento una sensación de piedra epigramática, la playa estaba formada por infinitesimales partículas pétreas dejadas de la mano de dios formando un enorme y silencioso, sin vida, cementerio. Pero, a diferencia de un ruinoso paisaje a lo Spielberg, la superfície dejaba fuera de aparición las calles vacías después de una guerra, y donde éstas deberían mostrar placas con los nombres de los mártires con algún central protagonista paseándose nostálgico, había sólo ciudadanos anónimos, más relajados que melancólicos. Sólo arena. Sobre el cementerio yacían carnes. No había hormigas.